El origen del Bitcoin

El 3 de enero de 2009, un enigmático personaje bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto envió un correo electrónico anunciando el lanzamiento de una revolucionaria moneda digital. En dicho correo, titulado «Bitcoin: Un sistema de efectivo electrónico entre pares», Nakamoto detalló su visión:

«He estado trabajando en un nuevo sistema de efectivo electrónico completamente descentralizado, sin un servidor central ni autoridades confiables. Las propiedades principales: evita el doble gasto mediante una red de igual a igual; no hay ninguna autoridad central; los participantes pueden ser anónimos; y las nuevas monedas son generadas a través de prueba de trabajo. El concepto es completamente descentralizado, sin necesidad de confiar en un tercero. El software ya está en desarrollo y estará disponible pronto. Espero sus comentarios.
Satoshi Nakamoto»

Este mensaje, directo y contundente, marcó un antes y un después en la forma de concebir la política monetaria y revolucionó la macroeconomía tal como se entendía hasta ese momento.

Entre las palabras clave de este mensaje, destaca «descentralización», concepto que abordaremos en detalle a lo largo de este newsletter para garantizar la comprensión de nuestros alumnos. Un sistema descentralizado se autogestiona; no depende de entidades o personas para funcionar correctamente. Desde su creación, las reglas de operación están claramente definidas, y quienes participan en él las aceptan, las respetan y aseguran su cumplimiento.

Para entender mejor este concepto, consideremos un ejemplo opuesto: las redes sociales, sistemas centralizados que también transformaron el mundo de manera acelerada.

¿Por qué las redes sociales son sistemas centralizados y cómo lograron revolucionar el planeta?
En primer lugar, permitieron que cualquier usuario interactuara con otros, ya sea dando un «me gusta», comentando o compartiendo contenido. Esto empoderó al usuario, haciéndolo sentir escuchado. Sin embargo, este poder vino con un costo significativo: los usuarios cedieron sus datos personales, preferencias, emociones e incluso detalles íntimos a estas plataformas.

Las redes sociales son centralizadas porque una empresa, gestionada por personas, dicta las reglas del juego. Estas reglas pueden cambiar unilateralmente, ya sea para optimizar la plataforma o en respuesta a regulaciones externas. Los usuarios pueden seguir participando, pero no tienen voz ni voto en las decisiones corporativas. Así, estas empresas concentran poder al custodiar los datos de millones de personas.

Bitcoin, por otro lado, opera de manera diametralmente opuesta. No existe una empresa llamada «Bitcoin Enterprise» ni un CEO que tome decisiones finales. Es un sistema autorregulado que se sustenta en el consenso de sus usuarios. Las entidades reguladoras, públicas o privadas, pueden conocer el protocolo de Bitcoin a través de su white paper, pero no pueden alterarlo, prohibirlo o modificarlo.

¿Por qué? Porque Bitcoin no requiere datos personales. Los usuarios no proporcionan información para que una empresa o gobierno la custodie. Todo se basa en códigos validados por la red, siguiendo un algoritmo predefinido desde su origen. Cada persona decide si participar o no en este sistema.

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Profesor de Cátedra del Tec de Monterrey. CEO & Founder FinFine. Contador Público TEC-CEM 1995. MBA University of Phoenix 2006. Crypto World Passionate. Obtener conocimiento como base del crecimiento personal y profesional.

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